Reina Carreño unica zuliana participante en el concurso de 70 Años de Historia en un solo sitio
Nuestra compañera y periodista Reyna Carreño, comunicadora social con más de 10 años de trayectoria en el medio, es la única zuliana preseleccionada en el concurso de 70 Años de Historia en un solo sitio, con el que la marca Jeep de Venezuela celebra el aniversario de los vehículos rústicos.
El concurso inició en noviembre de 2011, cuando la compañía invitó a comunicadores de todo el país a participar en la contienda, el 29 de febrero cerró la recepción de trabajos y el pasado 16 de marzo se publicó la lista de los 20 preseleccionados, donde Carreño es la única zuliana que participa.
Esta es la historia con la que participa nuestra compañera.
Pasión Jeep en todo lugar, en todo momento
Elio Morales escuchó por el radio comunicador la voz de su amigo Luis Santaella. Salieron de Maracaibo en la madrugada y se mantenían en sintonía cada 10 minutos, como es rutina en cada nueva aventura, pero aquel día de diciembre de 2010 se vaticinaba oscuro, como el cielo que se cernía sobre la carretera que conduce al municipio Mara.
Encabezando la caravana, Santaella maniobraba su jeep descapotado que caracoleaba libre por la vía, sorteando algunos baches y charcas de barro, pero la lluvia truncó el amanecer y antes de llegar a El Moján la carretera se convirtió en un río bravo, un caudal que amenazó con arrastrar la fila de jeeperos que acudían como voluntarios para apoyar las labores de rescate de damnificados en la Guajira.
Morales se sintió seguro y protegido a bordo su Jeep Wrangler modelo 88, a pesar de que el agua subía rápidamente sobrepasando el metro de altura. Como vicepresidente del Club Jeeperos de Maracaibo era el segundo de la tropa, adelante iba Santaella, como líder y presidente.
“Hermano, hay una familia atrapada más adelante”, notificó Santaella por el intercomunicador. Morales calculó la profundidad del agua que los esperaba 200 metros más adelante, vio las cuatro personas sobre el techo de la vivienda sumergida hasta las ventanas y por primera vez sintió un latigazo de temor. El zumbido de la estática estremeció nuevamente la banda radial y Santaella lanzó una pregunta que quedó flotando en el aire durante unos segundos: “¿me meto?”. Morales solo atinó a responder: “hermano, vos conocéis tú carro”.
Satisfecho con la respuesta, Santaella se puso de pie dentro del jeep sin soltar el volante, bajó la velocidad y enfrentó la laguna de agua de lluvia. Morales se detuvo, contuvo la respiración, permaneció alerta para socorrerlo y lo vio sumergirse poco a poco en el líquido espeso, hasta que el agua cubrió el rustico por completo y le llegó casi hasta los hombros. Nunca se detuvo.
“El carro respondió… como siempre” y Morales cierra la historia con una sonrisa enorme de satisfacción, de deber cumplido, mientras le da unas palmaditas a su camioneta Limited, la que usa para “andar con la familia en la ciudad”.
A lo largo de su vida, Morales ha sido propietarios de tres vehículos Jeep: un Renegado 1982, el Wrangler 1988 que utiliza para viajar y la Limited citadina. Como vicepresidente del Club Jeeperos de Maracaibo, Morales tiene la responsabilidad de participar en actividades de rescate, paseos ecoturísticos y otras movilizaciones. “Hemos ido por todo el Zulia, hasta Castillete, hacia la isla San Carlos por tierra, a la Sierra de Perijá, a Mene Mauroa y a la Cascada del Vino en Lara, entre otros destinos. También participamos en todos los eventos para rústicos que se realizan en el país”.
A donde va, Morales no solo se siente cómodo y seguro, sino que está convencido que tiene uno de los vehículos más resistentes y fieles del mundo. “Siempre estamos rivalizando con los compañeros propietarios de carros de otras marcas y cuando se quedan varados en el camino, les tomamos fotos para echarles broma. Nuestros jeep siempre responden”.
A prueba de todo
Ludonildo Lugo también es rustiquero y pertenece al Club Maracaibo 4 x 4. Tuvo la oportunidad de participar en las labores de rescate y abastecimiento de los damnificados por las lluvias en la Guajira, trabajando mano a mano con Protección Civil y la Cruz Roja. A bordo de su Jeep Grand Cherokee 2007 pudo constatar que, por mucho caos que hubiese afuera, dentro del vehículo siempre se sintió relajado y confortable.
Para Lugo, la trágica realidad que vivió la Guajira durante las últimas semanas de 2010 era como una película que se rodaba tras los vidrios de su camioneta. “Ese grado de seguridad y comodidad nos benefició a todos. Podíamos estar tranquilos y atentos, alertas ante la situación, para poder socorrer a las personas con rapidez y efectividad. De nada sirve ir a ayudar y que, al final, tengan que ayudarte a ti”.
Hace 14 años González compró vehículo propio: el jeep Cj7 que hoy le da el sustento. “Yo trabajaba con Aldeas Infantiles y con este carro rodé por toda Venezuela, pero tuve que renunciar por motivos familiares”.
El imparable
“Al señor Ángel no hay quien lo pare”, se jactan los niños que, día a día, van y viene del colegio a bordo del Jeep Cj7 año 86 de Ángel González. No es un transporte escolar usual. Ellos lo saben y se enorgullecen cada vez que González sortea un obstáculo, “porque desde huecos hasta protestas se encuentra en el camino”, comenta.
La vida de González ha girado en torno a los rústicos. Recuerda que desde niño vio a su abuelo trabajar el campo con un Jeep Willys que compró “de agencia” en 1953. “Él fundó potreros y sacó árboles de raíz con ese carro. Después se lo heredó a mi papá y ahora es mío. Casi 60 después funciona a la perfección”.
Se estableció en Maracaibo. Vivió algunos años en El Milagro, pero luego se mudó a Altos del Sol Amada. En ese momento asimiló la tarea de llevar a sus hijos al colegio todos los días, desde la zona sur hasta el norte de la ciudad. Con el tiempo, los hijos de algunos vecinos se inscribieron en la misma escuela y González convirtió su Cj7 rojo en transporte.
Hoy en día moviliza 42 niños en tres rutas y cumple una jornada diaria rodando ocho horas continuas. “Hice el balance y mi trabajo equivale a ir y venir de Barquisimeto todos los días”.
Para González trabajar en su jeep es una ventaja, porque es un vehículo que soporta peso y no requiere grandes inversiones en reparación. “El secreto es mantenerlo original, para que rinda”. Por lo pronto, el conductor labora de lunes a viernes, los fines de semana le engancha el tráiler, monta dos caballos y se va a disfrutar de su pasatiempo favorito: el coleo. “Cuando salgo de vacaciones me voy a Yaracuy, donde tengo el Willys. A penas llego me monto y no me quiero bajar más”.
Elio Morales escuchó por el radio comunicador la voz de su amigo Luis Santaella. Salieron de Maracaibo en la madrugada y se mantenían en sintonía cada 10 minutos, como es rutina en cada nueva aventura, pero aquel día de diciembre de 2010 se vaticinaba oscuro, como el cielo que se cernía sobre la carretera que conduce al municipio Mara.
Encabezando la caravana, Santaella maniobraba su jeep descapotado que caracoleaba libre por la vía, sorteando algunos baches y charcas de barro, pero la lluvia truncó el amanecer y antes de llegar a El Moján la carretera se convirtió en un río bravo, un caudal que amenazó con arrastrar la fila de jeeperos que acudían como voluntarios para apoyar las labores de rescate de damnificados en la Guajira.
Morales se sintió seguro y protegido a bordo su Jeep Wrangler modelo 88, a pesar de que el agua subía rápidamente sobrepasando el metro de altura. Como vicepresidente del Club Jeeperos de Maracaibo era el segundo de la tropa, adelante iba Santaella, como líder y presidente.
“Hermano, hay una familia atrapada más adelante”, notificó Santaella por el intercomunicador. Morales calculó la profundidad del agua que los esperaba 200 metros más adelante, vio las cuatro personas sobre el techo de la vivienda sumergida hasta las ventanas y por primera vez sintió un latigazo de temor. El zumbido de la estática estremeció nuevamente la banda radial y Santaella lanzó una pregunta que quedó flotando en el aire durante unos segundos: “¿me meto?”. Morales solo atinó a responder: “hermano, vos conocéis tú carro”.
Satisfecho con la respuesta, Santaella se puso de pie dentro del jeep sin soltar el volante, bajó la velocidad y enfrentó la laguna de agua de lluvia. Morales se detuvo, contuvo la respiración, permaneció alerta para socorrerlo y lo vio sumergirse poco a poco en el líquido espeso, hasta que el agua cubrió el rustico por completo y le llegó casi hasta los hombros. Nunca se detuvo.
“El carro respondió… como siempre” y Morales cierra la historia con una sonrisa enorme de satisfacción, de deber cumplido, mientras le da unas palmaditas a su camioneta Limited, la que usa para “andar con la familia en la ciudad”.
A lo largo de su vida, Morales ha sido propietarios de tres vehículos Jeep: un Renegado 1982, el Wrangler 1988 que utiliza para viajar y la Limited citadina. Como vicepresidente del Club Jeeperos de Maracaibo, Morales tiene la responsabilidad de participar en actividades de rescate, paseos ecoturísticos y otras movilizaciones. “Hemos ido por todo el Zulia, hasta Castillete, hacia la isla San Carlos por tierra, a la Sierra de Perijá, a Mene Mauroa y a la Cascada del Vino en Lara, entre otros destinos. También participamos en todos los eventos para rústicos que se realizan en el país”.
A donde va, Morales no solo se siente cómodo y seguro, sino que está convencido que tiene uno de los vehículos más resistentes y fieles del mundo. “Siempre estamos rivalizando con los compañeros propietarios de carros de otras marcas y cuando se quedan varados en el camino, les tomamos fotos para echarles broma. Nuestros jeep siempre responden”.
A prueba de todo
Ludonildo Lugo también es rustiquero y pertenece al Club Maracaibo 4 x 4. Tuvo la oportunidad de participar en las labores de rescate y abastecimiento de los damnificados por las lluvias en la Guajira, trabajando mano a mano con Protección Civil y la Cruz Roja. A bordo de su Jeep Grand Cherokee 2007 pudo constatar que, por mucho caos que hubiese afuera, dentro del vehículo siempre se sintió relajado y confortable.
Para Lugo, la trágica realidad que vivió la Guajira durante las últimas semanas de 2010 era como una película que se rodaba tras los vidrios de su camioneta. “Ese grado de seguridad y comodidad nos benefició a todos. Podíamos estar tranquilos y atentos, alertas ante la situación, para poder socorrer a las personas con rapidez y efectividad. De nada sirve ir a ayudar y que, al final, tengan que ayudarte a ti”.
Hace 14 años González compró vehículo propio: el jeep Cj7 que hoy le da el sustento. “Yo trabajaba con Aldeas Infantiles y con este carro rodé por toda Venezuela, pero tuve que renunciar por motivos familiares”.
El imparable
“Al señor Ángel no hay quien lo pare”, se jactan los niños que, día a día, van y viene del colegio a bordo del Jeep Cj7 año 86 de Ángel González. No es un transporte escolar usual. Ellos lo saben y se enorgullecen cada vez que González sortea un obstáculo, “porque desde huecos hasta protestas se encuentra en el camino”, comenta.
La vida de González ha girado en torno a los rústicos. Recuerda que desde niño vio a su abuelo trabajar el campo con un Jeep Willys que compró “de agencia” en 1953. “Él fundó potreros y sacó árboles de raíz con ese carro. Después se lo heredó a mi papá y ahora es mío. Casi 60 después funciona a la perfección”.
Se estableció en Maracaibo. Vivió algunos años en El Milagro, pero luego se mudó a Altos del Sol Amada. En ese momento asimiló la tarea de llevar a sus hijos al colegio todos los días, desde la zona sur hasta el norte de la ciudad. Con el tiempo, los hijos de algunos vecinos se inscribieron en la misma escuela y González convirtió su Cj7 rojo en transporte.
Hoy en día moviliza 42 niños en tres rutas y cumple una jornada diaria rodando ocho horas continuas. “Hice el balance y mi trabajo equivale a ir y venir de Barquisimeto todos los días”.
Para González trabajar en su jeep es una ventaja, porque es un vehículo que soporta peso y no requiere grandes inversiones en reparación. “El secreto es mantenerlo original, para que rinda”. Por lo pronto, el conductor labora de lunes a viernes, los fines de semana le engancha el tráiler, monta dos caballos y se va a disfrutar de su pasatiempo favorito: el coleo. “Cuando salgo de vacaciones me voy a Yaracuy, donde tengo el Willys. A penas llego me monto y no me quiero bajar más”.
La segunda y última fase del concurso está en marcha y es a través de internet.
¡Vamos todos a apoyar a esta comunicadora marabina!
Pueden ingresar AQUÍ y hacer clic en la opción: Me Gusta. Si no aparece el link, deben conectarse primero a Facebook, ya que ambas páginas están enlazadas. La votación cierra el próximo 29 de marzo.
Periodista zuliana Reyna Carreño |
Publicado por: Redacción D58
el:
3/28/2012 08:51:00 a. m.
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