Aterrizó la Fórmula Uno en España y se vivió el primer cambió de guión que puso fin a la hegemonía de Mercedes, en un gran premio que coronó al holandés Max Verstappen (Red Bull) como el piloto más joven de la historia en ganar una carrera del Mundial.
Montmeló, Cataluña, España, 15 de mayo de 2016 (D58).- Todo parecía que en el Gran Premio de España, quinta cita del Mundial, la supremacía de las balas plateadas seguiría sin discutirse.
Más aun tras el doblete conseguido en la sesión de clasificación del sábado, en la que el británico Lewis Hamilton y el alemán Nico Rosberg se repartieron las dos plazas de la primera línea de salida.
Pero todo cambió y en el Circuito de Barcelona-Cataluña se vivió una carrera histórica y, sin ninguna duda, la más vibrante en lo que va de temporada.
A sus 18 años, 7 meses y 15 días, Max Verstappen, que este fin de semana se estrenaba al volante de un Red Bull en lugar del ruso Daniil Kvyat, degradado a Toro Rosso, acalló las voces que cuestionaban la decisión de la escudería austríaca y se llevó, contra pronóstico, el Gran Premio de España.
Todo indicaba que volvería a verse un monólogo de Mercedes. Buscaba Hamilton, que salía desde la «pole», discutirle la victoria a Rosberg, vencedor hasta este domingo de las cuatro primeras carreras del año.
Pero todo cambió cuando se apagó el semáforo rojo y el germano adelantó en la arrancada a su compañero de equipo, que perdía la ventaja que tradicionalmente da en Montmeló salir desde la primera posición.
Sin embargo, todo se fue al traste en la tercera curva del trazado, en la que Hamilton intentó pasar por la derecha a Rosberg y, tras pisar la moqueta exterior, perdió el control de su monoplaza, que arrastró al de su compañero fuera de la pista. Ambos coches acabaron varados en la grava de la escapatoria posterior.
Ello motivó que el bólido del tres veces campeón del mundo impactara contra el del líder del Mundial, que en ese momento comandaba la carrera. De esta manera, Mercedes no podía alargar la racha de diez victorias consecutivas en el campeonato de la Fórmula Uno y se abría la ventana para que, al fin, se viviera una lucha preciosa entre los Red Bull y Ferrari.
Uno de los beneficiados del incidente fue el español Carlos Sainz (Toro Rosso), que culminó una gran salida superando tres monoplazas, y con la entrada del coche de seguridad llegó a ocupar la tercera posición, aunque rápidamente fue rebasado por los Ferrari y el Williams de Valtteri Bottas, muy superiores en potencia.
El español, sin embargo, defendió con solidez la sexta posición hasta el final gracias a una estrategia de dos paradas que le permitió conseguir el mejor resultado desde que diera el salto a la Fórmula Uno.
Precisamente, la gestión de las paradas fue una de las claves del Gran Premio. Vettel y Ricciardo apostaron por pasar tres veces por el pit-stop, mientras que sus compañeros prefirieron aguantar las gomas con dos paradas.
La segunda opción, la más arriesgada, fue la vencedora. En el primer cambio de gomas, Verstappen, a diferencia de su compañero de equipo y del cuatro veces campeón del mundo, apostó por los neumáticos medios (vuelta 12). El mismo compuesto que utilizó en la segunda y última parada (giro 34).
Una elección que le permitió hacerse con el liderato en la vuelta 43, seguido de cerca de un veterano como Kimi Raikkonen, mientras que Vettel y Ricciardo se enfrentaban en un duelo fantástico en la lucha para subirse hasta al tercer cajón del podio.
En éstas, el australiano buscó las cosquillas al cuatro veces campeón del Mundo, que por radio se quejaba de la agresividad del piloto de la escudería austríaca.
Finalmente, el teutón mantuvo la tercera posición, después de que Ricciardo pinchara la rueda trasera izquierda en la penúltima vuelta, algo que, sin embargo, le permitió mantener la cuarta plaza, mientras que su compañero de equipo, que hace apenas tres semanas pilotaba un Toro Rosso, gritaba de felicidad consciente de que había hecho historia.
A pesar de su juventud, Verstappen demostró mucha personalidad en Barcelona, donde no se dejó impresionar por las embestidas de Raikkonen, que terminó a tan sólo seis décimas de las precocidad del holandés.
Si Verstappen fue la cara, el español Fernando Alonso (McLaren) fue la cruz. El doble campeón del mundo vio frenada su progresión y se quedó sin puntuar después de que su motor Honda dijera basta en la vuelta 47 cuando ocupaba la duodécima posición.
Vuelve a repetirse la historia para el asturiano, que el año pasado tampoco pudo terminar la carrera de casa a causa de una avería en los frenos de su McLaren.
El español, que llegaba a España optimista tras sumar sus primeros puntos en Rusia, no acabó de encontrar el ritmo de carrera en ningún momento, algo que le privó situarse cerca de los coches que luchan por los puntos.
En esta zona destacó la actuación del mexicano Sergio Pérez (Force India), que demostró el paso adelante dado este fin de semana al terminar séptimo y entrar en los puntos por segunda carrera consecutiva.
Un peldaño por debajo -octavo- se situó el brasileño Felipe Massa (Williams), que completó una meritoria remontada después de despistarse en la calificación del sábado y salir desde la decimoctava posición.
Por su parte, el también mexicano Esteban Gutiérrez (Hass) mejoró las sensaciones en la carrera y se quedó a ocho segundos de entrar en la zona de puntos que cerró el ruso Daniil Kvyat (Toro Rosso), que veía como se cumplían sus peores pesadillas con la victoria de su substituto en Red Bull.
Tras la carrera histórica vivida en España, «el circo» de la Fórmula Uno no se mueve de territorio europeo y dentro de dos semanas se instalará en las curvas urbanas del Gran Premio de Mónaco, donde Mercedes buscará curar las heridas entre Nico Rosberg y Lewis Hamilton.
A pesar de lo ocurrido este domingo, el alemán sigue comandando el Mundial con 39 puntos de ventaja sobre Raikkonen, que ha desbancado a Hamilton en el segundo puesto, que, de esta manera, ocupa la tercera posición con 48 puntos, los mismos que suma Vettel.
Redacción y fuente: Víctor Martí / EFE
Edición: Villasmil, Henry
Fotos: EFE