Si hay un problema que no tiene el papa Francisco, es el de la comunicación. Desde el mismo día de su elección hace ahora tres años, Jorge Mario Bergoglio supo respaldar sus palabras con imágenes consecuentes. Habló de sus deseos de una «Iglesia pobre y para los pobres» al tiempo que calzaba unos zapatos gastados y lucía una sencilla cruz de plata. La noticia de que, a partir del día 19, el Papa tendrá una cuenta en Instagram casi se podía leer al revés: Instagram se incorpora a la causa del Papa.
Maracaibo, Zulia, Venezuela, 17 de marzo de 2016, (D58).- Para clamar contra «la globalización de la indiferencia» se fue a Lampedusa, la isla del dolor, tan lejana de África como de Europa. Sustituyó los negros Mercedes blindados por un sencillo Ford Focus azul y, cuando se va de viaje, lo hace llevando su propio maletín. Cuando se le pregunto por qué, respondió sorprendido: «¿Qué hay de extraño? Hay que acostumbrarse a la sencillez».
En febrero pasado, Kevin Systrom, el consejero delegado de Instagram, hizo lo mismo que tantos jefes de Estado —desde Barack Obama a Raúl Castro pasando por el rey de Tonga— o personalidades de todo tipo y condición se pirran por hacer: visitar al Papa y hacerse una foto con él.
Como dijo el presidente de Estados Unidos, el liderazgo moral de Jorge Mario Bergoglio ya traspasa las fronteras del cristianismo. De ahí que a su discurso, ya sea contra la desigualdad o a favor del cuidado del planeta, se hayan ido incorporando personalidades que, hasta ahora, estaban en las antípodas del Vaticano —aunque justo es decir que también el Vaticano parecía en muchos momentos en las antípodas del cristianismo—. Bergoglio ha puesto el pie en la tierra, y en la tierra de hoy las redes sociales tienen un papel determinante.
Así que, de igual manera que heredó de Benedicto XVI la cuenta de Twitter en ocho idiomas —la de español, @pontifex_es, cuenta con más de 11 millones de seguidores—, a partir del 19 de marzo también dispondrá de una en Instagram con el nombre de Franciscus.
Está claro que no será Bergoglio quien ande de aquí para allá con un teléfono haciendo fotos. Durante el regreso de su viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay, ya reconoció que él pertenece a otra generación. A bordo del vuelo papal, una periodista de la agencia Efe le preguntó qué pensaba de los selfies, el Papa soltó una gran carcajada y dijo: «¿Que qué pienso? Es otra cultura. Me siento un bisabuelo. Hoy, un policía grande, tendría unos 40 años, me ha dicho: me hago un selfie. Y le he dicho: pero tú eres un adolescente… Sí, es otra cultura, pero la respeto».
Redacción: El País
Foto: Agencias