Lionel Richie, la indiscutible estrella del pop, transformó la Quinta Vergara, el anfiteatro del Festival de Viña del Mar, en Chile, en una pista de baile ochentera que llenó con todos sus grandes éxitos en solitario y los clásicos inolvidables de «The Commodores».

Viña del Mar, Chile, 26 de febrero de 2016 (D58).- Treinta años después de su época dorada su espectáculo sigue sonando fresco y dinámico, entre el R&B estridente y las baladas dulces como cajas de bombones. Lionel Richie, inició la fiesta que coronó con Gaviota de Oro y Plata.

Esta leyenda de la música arrancó la noche con «Running with the night» de su disco «Can't Slow Down» de 1983, y seguido por sus clásicos «Penny lover» y «Easy», e invitó al público que vivió el apogeo de la onda disco a revivirla durante una hora y media de pura euforia.

«Que siga la fiesta. ¡Vamos a pasar una noche genial!», dijo el icono de la música de los años 80 que hoy se presentó ante los 15.000 asistentes vestido de negro de pies a cabeza y con un colgante con una cruz.

El artista de Alabama llegó a Chile después de ser homenajeado en Los Ángeles por su exhuberante y exitosa trayectoria que inició de la mano del grupo de R&B del sello Motown, The Commodores.

Sin embargo, fueron los álbumes que grabó en solitario como «Lionel Richie» (1982), «Can't slow down» (1983) o «Dancing on the ceiling» (1986) los que lo encumbraron en la década de los ochenta, cuando encadenó una retahíla de triunfos y ventas millonarias.

«Es un honor estar aquí con ustedes, tocaremos tantas canciones como podamos, y tantas como yo pueda recordar», señaló el estadounidense antes de entonar «Easy», la lenta balada que acompañó con un piano de cola y que ya sonó en este escenario cuando «Faith no more» la interpretó en 1991.

El tema que creó cuando lideraba «The Commodores» fue aclamado por todos los asistentes con gritos y aplausos, un vitoreo que el músico recibió con estupefacción. «¡Uau!», exclamó con los brazos abiertos, visiblemente emocionado.

«Todo el mundo de pie. Llegó la hora de The Commodores», anunció el músico que inició un viaje hacia el pasado de la mano de una mezcla de las canciones «Brick house» y «Fire» que siguió con la rítmica «Lady (You Bring Me Up)».

A sus 66 años, Richie parece sorprendentemente joven, el peso de sus más de cuarenta años de trayectoria sólo se deja ver en su voz, que ha dejado atrás ese tono sedoso de los ochenta para adquirir una aspereza más profunda.

Las baladas «I love you» y «Say you, Say me», transportaron a todos los asistentes a las bandas sonoras de sus primeras citas románticas e incitó a las parejas a fundirse en caricias.

Lionel declaró su amor eterno a la Quinta Vergara con la balada «Endless Love», que grabó junto a Diana Ross en 1981 y que las chilenas corearon a pleno pulmón. «¿Quién necesita a una Diana cuando puede tener 10.000 de ellas?», preguntó.

«Todo el mundo de pie (exigió), ahora vamos a bailar en el techo» mientras sonaban los primeros acordes de «Dancing on the ceiling» que concluyó con la introducción de otro clásico de los ochenta: «Jump» de Van Halen. Con ella hizo ademán de despedirse.

Pero la masa, sedienta de espectáculo, no aceptó el punto y final y, tras cinco minutos de reclamos e incansables ovaciones, este mago del pop soltó los bises encabezados por «Hello», «All night long» y «We are the world».

El público entonó la última de pie, con los brazos alzados y tomados de las manos, como intentando retener los últimos instantes de una de las mejores fiestas de esta edición del festival hasta el momento.

Con este concierto el estadounidense abrió la cuarta jornada del certamen que culminará con el espectáculo del británico Rick Astley, quien fue el encargado de coronar la noche más ochentera del festival más importante de América Latina. 

Redacción: Júlia Talarn Rabascall / EFE
Edición: Villasmil, Henry
Fotos: EFE