Desde el cibercrimen y la ciberseguridad hasta actividades más improbables como ciberbesuqueo, el sustantivo cíber, que usamos como prefijo para indicar que estamos hablando de algo que ocurre o tiene que ver con Internet o la realidad virtual, parece un término nuevo. Sin embargo, su historia es larga. Recorrió un memorable camino para llegar a nosotros.

Maracaibo, Zulia, Venezuela, 19 de marzo de 2016, (D58).- En el antiguo griego, kubernao significaba «gobernar un barco» y kubernetes era el timonel. El poeta Homero cuenta que los dioses batieron el barco de Ulises para que al caer el mástil le destrozara la cabeza al timonel (kuberneteo kephalen). 

La transliteración de kubernetes en latín normal nos dio cibernetes, aunque a los marineros romanos, a quienes les preocupaban menos las reglas del lenguaje, fueron más prácticos y tornaron kubernao en goberno, de donde viene la palabra gobernar.

El filósofo Platón usó el término kubernetika para indicar habilidad para conducir o manejar y de esa palabra, en los años 40, el matemático estadounidense Norbert Wiener acuñó cibernética, para denominar «la teoría de control y comunicación, ya sea en la máquina o en el animal».

Lo hicimos nuestro

En la imaginación popular, el término «cibernética» y por ende «cíber» se empezó a asociar principalmente con robots humanoides o criaturas controladas de una forma similar, como los Cybermen que aparecieron por primera vez -pero no última- en la serie de la BBC «Doctor Who», en 1966.

La progresión de antiguo timonel a robot cómico es clara, y el tema común es control. Pero, ¿cómo llegó cíber a su asociación actual con internet? El vínculo es el término «ciberespacio», el mundo electrónico virtual en el que exploramos, jugamos, aprendemos y compartimos información.

Teóricos del ciberespacio como Howard Rheingold admiten que la palabra viene de las novelas de ciencia ficción de William Gibson, particularmente la primera que publicó: «Neuromante», de 1984.

En ella, el héroe añora retornar al mundo online del cual fue expulsado, y el libro describe con un tono lírico cómo la realidad virtual «empezó a doblarse en una docena de ángulos imposibles, cayendo por el espacio como una garza de origami».

Sin embargo, la historia que cuenta el mismo Gibson sobre cómo acuñó el término «ciberespacio» contiene una lección para quienes le buscan mucho significado a las derivaciones de las palabras.

Según dice, necesitaba un «nombre bien chévere» para el escenario en el que sus historias se desarrollarían y ciberespacio "sonaba como que significaba algo o que podría significar algo, pero entre más la miraba, lo que más disfrutaba es que no significaba absolutamente nada".

Si él se hubiera enamorado de, por ejemplo, «infoesfera» o «digimundo», otra sería la historia.

Redacción: BBC Mundo
Foto: Thinkstock