Hoy el pueblo paraujano está de duelo. El Zulia llora la partida del Pescador de Décimas. Hoy cantará de nuevo al lado de Simón, su hermanito, con Chevoche y Miguel, Marcos Bracho y todos los decimistas que ya se le adelantaron al encuentro con el Supremo, pero la voz inconfundible y la musa creadora de Pedro Palmar quedarán grabadas en la historia regional por todos los tiempos.


Maracaibo, Zulia, Venezuela, 19 de junio de 2015 (D58).- Pedro Palmar nació en la calle Colón de Maracaibo, allí, cerquita de la Placita Páez. Pedro Pablo Palmar Nuváez recogió en sus décimas, danzas, bambucos, gaitas, valses y canciones la cotidianidad del pueblo paraujano, de quien dijo ser su último representante.

Maracucho de nacimiento, Pedro Palmar llegó muy pequeño a Isla de Toas, donde su padre laboraba en las canteras de cemento, cuya explotación cambió la fisonomía del peñón. Era un niño vivaracho, juguetón y junto con su hermano Simón se entretenía durante los cálidos días de su infancia improvisando versos y cantos.

De Isla de Toas, la familia Palmar Nuváez se trasladó a San Rafael de El Moján, específicamente, al poblado de Nazareth. Una comunidad construida de humildes palafitos, hechos de palma y varilla. Esa fue la inspiración eterna de Pedro Palmar: Los ranchos paraujanos. 

Su situación social, sus necesidades y precariedades, todo esto era motivo para que «El Pescador de décimas», primero a mano y luego en una vieja máquina de escribir, comenzara un largo repertorio que trascendió más allá de su pueblo, más allá de toda frontera, porque se hizo parte de todo aquel que escuchaba cada verso, cada décima, cada valse, cada canto que interpretaba siempre acompañado por su cuatro.

Cientos de composiciones permanecen aún en un baúl. Muchas de ellas inéditas, a la espera de que sean interpretadas. 

«Constancia de un Pescador», en la voz de Cecilia Todd, fue la décima que lo catapultó. Desde ese momento agrupaciones de todo tipo anhelaban grabar cualquier canción de Pedro, incluso, Reinaldo Armas le dedica una de sus composiciones, a la cual el humilde pescador sacó una contestación.

«Puerto Mara», «Palafito Muerto», «Paraujanita» y otras canciones se hicieron parte de los  pueblos de agua de todo el Zulia. Pero el género musical más sobresaliente de la carrera musical de este cantor popular es, sin duda, la décima. 

Acompañado por la agrupación Cuerdas Marenses, Pedro Palmar, respaldado por Wilmer Chourio (maracas) Normando Palmar (cuatro) y Teopito Palmar (bandurría), recorrió así numerosos pueblos y ciudades llevando la música del hombre de mar, del pescador que sale cada madrugada en busca del sustento de su familia.

Esa es la música de Pedro Palmar, la que se canta, la que se siente, la que refleja los sentimientos y arraigo del pescador, del que remienda la red, del que calafatea la canoa, del que recoge el chinchorro. Letra limpia, fresca, con olor a playa, con sabor a coco.


Redacción: María Luisa González. Prensa Secretaría de Cultura