En la imagen la Miss Universo colombiana, Paulina Vega . EFE/Leonardo Muñoz
Ver rostros bellos influye en el sistema de recompensa del cerebro, el mismo que se activa cuando comemos algo sabroso o ganamos la lotería. De hecho, contemplar caras hermosas produce aún más deseo de seguir viéndolas, según los últimos estudios científicos.

Caracas, DC, Venezuela, 08 de diciembre de 2015 (D58).- La investigadora Olga Chelnokova ha explorado cómo nuestro sistema visual es capaz de dirigir la atención a la información más importante de una cara, en un trabajo doctoral para el Departamento de Psicología de la Universidad de Oslo, UiO (www.uio.no/english), en Noruega.

Destacados:

-- La investigadora Olga Chelnokova, de la Universidad de Oslo, UiO, en Noruega, ha descubierto que nuestra atención se centra en los ojos de las personas y que, al ver una cara agraciada, nos cuesta dejar de mirarla.

-- «Al observar un rostro bonito se activa nuestro sistema de recompensa cerebral, que se encarga de crear las sensaciones placenteras frente a los estímulos externos», según Chelnokova.

-- «Aunque muchos estarían de acuerdo en que tanto Marilyn Monroe como Elizabeth Taylor eran atractivas, algunos hallarían el rostro de una actriz más hermoso que el de la otra, debido a su percepción subjetiva de la belleza», asegura la investigadora.

Un rápido vistazo al rostro de la persona que está frente a nosotros  nos proporciona una abundante información sobre el individuo propietario de esos rasgos faciales ¿Ya nos conocemos? ¿Es hombre o mujer? ¿Está feliz o enojado? ¿Es alguien atractivo o por el contrario desagradable?.

Curiosos por naturaleza.

Así, Chelnokova ha descubiertos varios aspectos sobre el reconocimiento facial: que somos por naturaleza muy curiosos respecto de los rostros de los demás; que leemos historias en ellos; que nuestra atención se centra, sobre todo, en los ojos de la personas que observamos; y que contemplar una cara agraciada nos produce placer y nos cuesta dejar de mirarla.

Además, su estudio sugiere que el proceso evolutivo de los seres humanos nos ha hecho «expertos en las caras ajenas».

«Investigaciones anteriores habían establecido vínculos entre el atractivo facial y factores importantes para la propagación y evolución de nuestra especie, como son la salud y el buen potencial reproductivo. Podemos especular ahora con que existe una razón evolutiva detrás de que nuestro cerebro disfrute mirando y queriendo mirar más a una cara atractiva», indica Chelnokova a EFE.

Chelnokova, junto con el grupo de Investigación de laboratorio Farmacología Hedónica de la UiO (http://sirileknes.com/), dirigido por la neurocientífica Siri Leknes, reveló que nuestro sistema de recompensa cerebral -una serie de estructuras situadas en las profundidades del  cerebro- está involucrado en nuestra evaluación del atractivo facial de otras personas.

«El sistema de recompensa cerebral está involucrado en la generación de la experiencia del placer cuando, por ejemplo, disfrutamos de una comida deliciosa o ganamos un premio de la lotería», explicó esta investigadora.

«Ahora hemos descubierto que ese mecanismo neurológico también se encarga de crear las sensaciones placenteras que tienen lugar cuando vemos una cara bella», añade.

En este estudio, los científicos permitieron a los participantes ver una serie de imágenes de caras calificadas previamente como muy atractivas, medianamente atractivas o menos atractivas. A continuación, los participantes tuvieron que calificar los rostros más atractivos de entre todos los que visionaron.

Los investigadores descubrieron que la observación de caras bonitas tiene como resultado cambios en el comportamiento del observador, como aumentar las ganas de seguir mirándolas.

Este fenómeno ha sido constatado por primera vez en este estudio noruego, según el servicio de noticias científicas Sinc.

En efecto, durante los experimentos, Chelnokova comprobó que al puntuar las caras más atractivas, los participantes se mostraron dispuestos a seguir pulsando el botón que indicaba el grado de atractivo de dichas caras, para poder seguir viéndolas durante más tiempo. Asimismo, miraban durante mucho rato a los ojos de las personas que aparecían en las fotos.

Otro estudio, que forma parte de la tesis de Chelnokova, consistió en hacer que un grupo de participantes mirasen imágenes tridimensionales de caras, mientras se efectuaba un seguimiento de sus movimientos oculares.

Los científicos vieron que nuestro sistema visual dirige la atención hacia las partes de la cara que nos proporcionan la información necesaria de forma rápida: los ojos.

«La importancia de los ojos en la evaluación de otras personas ha sido bien documentada», según Olga Chelnokova.

«Es difícil reconocer a alguien si sus ojos están ocultos, mientras que si una persona nos miente, a menudo podemos verlo en su mirada. En general, si queremos entender cómo se siente otra persona, sus ojos pueden darnos la información requerida», señala. 

Investigaciones anteriores demostraron un alto nivel de coincidencia entre la gente al evaluar el atractivo facial, según la Universidad de Oslo.

Acuerdo objetivo, diferencias subjetivas.

Consultada por EFE sobre si la totalidad o la mayoría de las personas tienden a juzgar el atractivo de un rostro de forma similar, Chelnokova señala que: «las personas muestran un alto nivel de acuerdo en sus juicios sobre el de atractivo o la belleza facial, pero debemos ser cautos con nuestras suposiciones al respecto».

Esta investigadora admite que «no se sabe mucho acerca de cómo determinadas experiencias individuales pueden afectar lo que una persona ve, ya que esa interrelación subjetiva entre  sentimientos, experiencia y respuesta, es muy difícil de capturar, comparar y analizar».

Por ejemplo; «si le mostramos una foto de una chica guapa a un hombre joven y a una señora mayor, ambos nos dirían que la joven de la foto es bonita, y si tienen que puntuar su belleza de 0 a 10, las puntuaciones que ambos escogerán con toda seguridad, serán similares», asegura Chelnokova a EFE.

«Pero la belleza de esa cara femenina podría significar diferentes cosas para cada uno de los dos observadores, la forma en que ambos experimentarían el atractivo de la chica de la foto también podría ser diferente, y el modo en que el hombre joven y la señora mayor responderían a la imagen también variaría», añade.

«En general, las personas están de acuerdo en sus evaluaciones respecto del atractivo de otros individuos, pero también hay un cierto grado de preferencias individuales», asegura.

«Por ejemplo, aunque muchos estarían de acuerdo en que tanto Marilyn Monroe como Elizabeth Taylor son atractivas, algunos dirían que encuentran el rostro de Monroe más hermoso que el de Taylor, o viceversa», señaló Chelnokova a EFE.

Para esta experta, esto probablemente se debe a que hay muchos factores que contribuyen a nuestros juicios sobre el atractivo.

«Aunque algunos juicios o valoraciones pueden ser menos dependientes de nuestra propia subjetividad y, por ejemplo, los rostros que lucen más jóvenes y sanos son universalmente percibidos como más atractivos, otros juicios pueden ser más dependientes de nuestras propias experiencias personales y asociaciones mentales que son únicas», destaca.

«Algunos estudios han demostrado que, hasta cierto punto, preferimos a las personas que se parecen a nosotros, y que esa autosemejanza hace que algunas caras nos parezcan más atractivas», señala Chelnokova, quien también aclara que «este es solo uno de los múltiples factores que conducen nuestras preferencias sobre la belleza a un dominio más subjetivo».

Lo más destacable, en opinión de esta investigadora; «no es aquello que hace que nuestras preferencias de belleza sean únicas, sino más bien aquello que las hace similares en un grado muy alto», enfatiza Chelnokova a EFE.

María Jesús Ribas.
EFE/Reportajes


Las áreas rojas muestran donde enfocamos nuestra mirada

Olga Chelnokova junto con una de las caras que observaron los participantes en este estudio. Foto: Svein Harald Milde/Guro Løseth.

Nuestra atención se centra en los ojos de las personas






Tres universidades estadounidenses coinciden en que los cambios en el clima, no solo tienen consecuencias medioambientales, sino que además provocan un impacto en el comportamiento de las personas y en los próximos años podría dar lugar a un aumento de la violencia.

Nueva Jersey, EE.UU., 12 de noviembre de 2013 (D58).- Sube el termómetro, asciende la violencia. Así podría sintetizarse la conclusión de un nuevo estudio dirigido por las universidades de Princeton (Nueva Jersey), Cambridge (Massachusetts) y California (Berkeley), en EE.UU., según el cual el clima adverso contribuye a aumentar la violencia, tanto a nivel interpersonal, a través de crímenes, como la de carácter social, traducida en conflictos bélicos civiles o en disturbios.

“Los estudios concluyen que el vínculo entre cambio de clima con aumento de temperatura y violencia existe”, ha explicado Edward Miguel, investigador de la Universidad de California y coautor del trabajo, al servicio de noticias científicas SINC.

El doctor Miguel y sus compañeros analizaron la información de 45 bases de datos de diferentes partes del mundo, y hallaron patrones de conflicto similares, asociados a cambios climáticos como la sequía y el aumento de las temperaturas.

Los informes analizados comprendían circunstancias ocurridas desde hace 10.000 años hasta la actualidad, e investigaban, desde la desaparición de los mayas y de los antiguos imperios acadio y chino, hasta la violencia policial en Holanda en nuestros días. Otros trabajos se referían a la violencia doméstica en Australia e India y a los asesinatos cometidos en Estados Unidos y Tanzania.

”Las investigaciones existentes han logrado establecer una relación causal entre el clima y los conflictos, pero no pueden explicar plenamente los mecanismos”, reconocen Miguel y los otros dos autores del estudio ‘Quantifying the Influence of Climate on Human Conflict’ (”Cuantificando la influencia del clima en los conflictos humanos”),  los investigadores Solomon M. Hsiang y Marshall Burke.

Según el doctor Miguel una de las posibles razones de este nexo entre violencia y clima “puede ser la hostilidad, ya que cuando hace más calor, la neurofisiología nos predispone más hacia la violencia, y otra de las causas podría ser económica, ya que en países muy agrícolas, el calor o los diluvios pueden arruinar la cosecha y provocar una desesperación que desemboque en actos violentos”.

“Algunos modelos predicen un aumento de 2 grados centígrados en la temperatura global en los próximos 50 años y nuestro estudio muestra que este incremento puede hacer aumentar, hasta en 50%, el número de enfrentamientos civiles, especialmente en las zonas tropicales, donde estos conflictos son más frecuentes”, advierte este investigador de Berkeley.

Amplificación de los conflictos 
«Si las futuras poblaciones responden de manera similar a las del pasado, entonces el cambio climático antropogénico o resultante de las actividades humanas tiene el potencial de incrementar sustancialmente los conflictos por todo el mundo»”, según los autores, que aportan algunos ejemplos para apreciar la influencia que el calor o la sequía podrían tener en los conflictos venideros, en la revista científica Materia.

Si los humanos del futuro se comportan como hasta ahora, por cada punto en la desviación estándar (1σ) hacia temperaturas más cálidas o lluvias más extremas, la violencia entre las personas, manifestada en forma de crímenes, asaltos y violencia de género, podría crecer 4%; y la violencia entre grupos, consistente en guerras, revueltas o invasiones, podría elevarse 14%, según explica Edward Miguel, profesor de la Universidad de California.

La desviación estándar es una medida del grado de dispersión de los datos con respecto al valor promedio y está denotada con el símbolo (σ). Según 'Materia', un salto de (1 σ) equivaldría a que la temperatura aumentase 0,6 grados en África durante un año, o 3 grados en Estados Unidos en un mes. 

Según Miguel “debido a que se espera que los lugares habitados  de todo el mundo puedan calentarse entre (2 σ) y (4 σ) para el año 2050, las tasas de amplificación de los conflictos humanos podrían representar un impacto amplio y crítico del cambio climático antropogénico”.

Pero este no parece ser el único posible efecto psicológico del cambio del clima mundial. La década previa a 2010 ha sido una de las más calurosas de la historia en Australia y, en el verano de ese último año, se registraron cinco ciclones tropicales, lluvias torrenciales e inundaciones en una escala sin precedentes, después de una larga sequía marcada por las olas de calor récord y los incendios forestales catastróficos, según el Instituto del Clima o CI, en Australia.

Los fenómenos meteorológicos extremos como los ciclones o las sequías provocan un aumento en la tendencia a la depresión, el estrés postraumático y el abuso del alcohol y las drogas, según este organismo independiente, con sedes en las ciudades australianas de Sidney y Melbourne.

El estudio del Instituto del Clima señala que, por ejemplo, uno de cada diez niños en edad escolar mostró síntomas de estrés post-traumático después del paso del ciclón Larry en 2006.

Los efectos emocionales y psicológicos causados por los desastres naturales extremos pueden persistir por varios meses, e incluso años, y provocan un aumento en el consumo de alcohol y drogas, comportamientos violentos, ruptura familiar e, incluso, pueden elevar la tasa de suicidio, según este trabajo del CI, presentado por Ian Hickie, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Sidney.

Según apuntan los científicos del CI, tras la larga sequía que, en 2005, afectó a las zonas rurales de Nueva Gales del Sur (Australia), se incrementó en un ocho por ciento la tasa de suicidios y autolesiones y, en esa región del sureste australiano, hasta una de cada cinco personas podrían haber sufrido daños emocionales, estrés y desesperación, a causa de las condiciones climáticas extremas.

El doctor Rob Grenfell, médico en la región de Victoria West Wimmera, ha explicado los efectos psicológicos y sociales causados en su zona tras una larga sequía seguida de inundaciones, señalando que «muchos negocios quebraron y mucha gente abandonó sus comunidades. La angustia financiera también acarrea la angustia psicológica y lamentablemente, en algunos casos, suicidio, violencia doméstica y alcoholismo».

autor EFE