Ayer celebramos el Día Internacional del Libro Infantil

El 2 de abril de cada año, desde 1967, y por iniciativa de la Organización Internacional para el Libro Juvenil, se celebra el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, a propósito del aniversario del nacimiento de Hans Christian Andersen (1805-1875), escritor danés de cuentos tan famosos como “La sirenita” o “El patito feo”.

Andersen publicó más de ciento cincuenta cuentos para niños, inspirados en leyendas y creencias populares de su país, Dinamarca. Los cuentos fueron traducidos a más de ochenta idiomas y transformados en obras de arte, en el cine y en el teatro.
También editó obras de teatro, libros de viajes, novelas, y de poemas. Su muerte ocurrió a los 70 años de edad. No tuvo hijos, pero dio la vida a muchos personajes que, con sus historias sorprendentes, ilusionaron a muchos niños.
En la Biblioteca Pública del Zulia, específicamente, en la Sala Infantil-Juvenil “Amenodoro Urdaneta”, Carlos Díaz, encargado de la misma, señaló que la literatura es la única esperanza para la humanidad. “La única manera de que un ser humano pueda convertirse en un lector de literatura es que desde niño se le enseñe cómo leer. La persona que lee literatura, también sabe leer la vida”
A su juicio, tiene más importancia el libro infantil que el libro para adultos. “Tiene más importancia la literatura infantil que la literatura en general, porque un niño sabe leer situaciones, mientras que el niño que no lee, vive accidentalmente”.
“Lectorcito zuliano”
Díaz manifestó que la Biblioteca Pública del Zulia está orientada hacia la promoción de la lectura. “Todo lo que hagamos pretende hacer leer. Por ejemplo: hacemos un taller de origami, leemos un cuento japonés. Si hacemos un taller de pintura, partimos de un libro como “Violeta y los colores”. Todas las actividades, los cursos de inglés, de serigrafía, el taller de manos creativas; todo parte siempre desde la literatura”.
En cuanto al Programa Lectorcito Zuliano, el encargado de la Sala Infantil-Juvenil “Amenodoro Urdaneta”, manifestó que hasta ahora ha dado resultados interesantes, “Niños reacios a la lectura, gracias al trabajo que adelanta la profesora Alicia Montero, los muchachos se han enamorado de la lectura. Ahora, cada vez que asisten a la Biblioteca Pública, son ellos los que quieren leer en voz alta al resto de sus compañeros”
Destacó que en esta primera fase participan 35 niñas y niños, entre 7 y 9 años, estudiantes de la Escuela Nacional Primaria Bolivariana “Alonso de Ojeda”, de la parroquia Santa Lucía. “Como la constancia es la clave del éxito, el Programa Lectorcito Zuliano ha sido exitoso, por cuanto ha habido continuidad. Luego que culmine esta etapa se harán las evaluaciones pertinentes, para desarrollarlo en otros centros de enseñanza”.
Manifestó Carlos Díaz que la Sala Infantil Juvenil de la Biblioteca Pública del Zulia cuenta con títulos de escritores venezolanos, latinoamericanos, norteamericanos, asiáticos, europeos, incluso, indígenas.
En ese sentido destacó las obras de Miguel Ángel Jusayú. “Uno de los libros que más sale es “Ni era vaca ni era caballo”, una obra excelente, para iniciarse en la literatura”.
La literatura infantil en Venezuela
Según señala María Beatriz Medina, del Banco del Libro, como antecedente de la literatura infantil, la oralidad en Venezuela recopiló la rica y variada tradición de una herencia que sería recogida más tarde por los libros para niños.
Sin embargo, cuando la imprenta hizo su aparición en el país se editaron los primeros libros para niños, que se alejaron de la oralidad, para que se ubiquen bajo los preceptos del didactismo.
El nombre de Rafael Rivero Oramas se hace presente como pionero y gran divulgador de la tradición oral. Antonio Arráiz publica en esa misma línea, Cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo en la década de los cuarenta, Pilar Almoina saca a la luz Carrera Y El camino de Tío Conejo en 1970 y Luis Eduardo Egui Cuentos para niños, en 1971.
El criollismo narrativo dejó su impronta cuando varios de sus cultores -como Luis M. Urbaneja Achelpohl y José Rafael Pocaterra- incursionaron en la literatura para niños. El modernismo se hizo presente con El diente roto de Pedro Emilio Coll, mientras la modernidad irrumpe con Manzanita (1951) de Julio Garmendia, un clásico de la Literatura infantil venezolana.
Miguel Vicente Pata Caliente (1971) de Orlando Araujo sigue esta senda y entre ellos, se sitúan autores como Oscar Guaramato, Ramón Palomares, David Alizo, Carlos Izquierdo, Francisco Massiani y Marisa Vannini.
En poesía, Fernando Paz Castillo, con La huerta de Doñana (1920) y Manuel Felipe Rugeles con su libro Canta Pirulero (1954) inician, con propiedad, el cultivo del género poético para niños.
Rafael Olivares Figueroa y Efraín Subero publican antologías fundamentales. Y son referencias obligadas los nombres de Elizabeth Schön, Beatriz Mendoza Sagarzazu, Ana Teresa Hernández, Velia Bosch, Aquiles Nazoa y Jesús Rosas Marcano, este último gran promotor -- desde distintas aristas-- de la literatura infantil.
A partir de los años setenta se siente un impulso en el libro para niños, surgen varias editoriales y se crea -bajo la batuta de Monika Doppert desde ediciones Ekaré- una escuela en el campo de la ilustración del que dan muestra los trabajos de Morella Fuenmayor, Rosana Farías, Irene Savino, María Fernanda Oliver y Cristina Keller.
En otra tendencia más cercana a lo que se conoce como ilustración de libros para niños se sitúan Marcela Cabrera, Carmen Salvador, Vicky Sampere, María Elena Repiso, Jorge Blanco y Menena Cottin. Mención aparte merecen Carlos Cotte, Gloria Calderón y, más recientemente, Gerald Espinoza.
La contemporaneidad, ya con otra visión del libro para niños, presenta un conjunto de autores que siguen líneas diferentes. Salvador Garmendia, con una obra consolidada, incursiona revitalizando la narrativa.
Los nombres de Daniel Barbot, Verónica Uribe y Carmen Diana Dearden asumen distintas posturas con un objetivo común: recuperar el espacio de la cotidianidad y de la realidad, con una buena dosis de imaginación.
Laura Antillano y Mercedes Franco revisitan temas con propuestas novedosas, mientras Yolanda Pantin consolida una presencia importante con un trabajo continuo.
Rafael Arráiz Lucca y Ednodio Quintero muestran visiones diferentes a la hora de abordar el género. María del Pilar Quintero y Aminta Díaz recuperan el ámbito de lo tradicional, mientras Armando José Sequera y Luiz Carlos Neves ejercen -con conciencia y disciplina- el oficio de escritor; el primero dentro del campo de la narrativa y el segundo con una obra poética extensa que ha marcado el curso de la poesía infantil en nuestro país.
Aurora de La Cueva y Fanuel Díaz han asumido el riesgo de trabajar el libro informativo y nuevos nombres como el de Mireya Tabuas, Reyva Franco y Rafael Rodríguez Calcaño anuncian otros derroteros.



Publicado por: Redacción D58 el: 4/03/2011 11:22:00 p. m. . Categoría: , , , , , , . Portal Noticias Digital58, 2005-2016. Estos contenidos son para uso exclusivamente editorial. Queda terminantemente prohibida su reproducción con fines publicitarios o comerciales. Si desea utilizar el contenido de esta página web para cualquier otro fin, por favor contáctenos. C.E.: contacto@digital58.com.ve. CONDICIONES DE USO . Leer más.

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